El plan perfecto: un hurto a la autonomía


La red informática que ha interconectado a la población mundial, atravesando y transformando sus realidades de forma imperativa, es considerada el motor de la revolución tecnológica e industrial que avanza a pasas agigantados en las sociedades del Siglo XXI, de las TICs, de la interconexión, de la navegabilidad y de los procesos comunicativos de la actualidad.

El Internet, creado en la década de 1960 como un proyecto del departamento defensa de los Estados Unidos, el cual buscaba instaurar una red para la información y la comunicación; no solo ha logrado cumplir a cabalidad con su propósito inicial, sino expandir los límites de lo que se creía posible, convirtiéndose en una herramienta de trabajo indispensable en la sociedad, que ha transformado la actividad humana, e inevitablemente la esfera pública que se ha hecho más susceptible a dejar de lado la autonomía y la responsabilidad en su uso.

Sin duda alguna, el aprendizaje y la implementación de las tecnologías de Información y Comunicación (TICS) en cada uno de los aspectos de la vida cotidiana se ha hecho inevitable, dado a que son innegables los múltiples beneficios que ha traído la digitalización en los procesos de aprendizaje, de producción y de socialización, como la agilización y optimización de tiempos de producción y entrega, la inmediatez en el acceso a la información y la simplificación de tareas cotidianas y laborales; sin embargo, ello ha dado hincapié a que a su vez sea imprescindible la incorporación de la alfabetización digital a las sociedades, como una habilidad a desarrollar indispensable en la obtención del éxito.

Cuando la alfabetización digital se hace necesaria para el aprendizaje, la comprensión y la aplicación de las tecnologías de información, se hace esencial en la obtención de un trabajo, como fuente de recursos y consecuentemente del éxito; porque de acuerdo a la filosofía política de Hobbes “El conocimiento es poder” (Hobbes, 1968) [1], y si este se encuentra en las plataformas digitales, aquel que sepa dominarlas y manejarlas detenta irrefutablemente el mismo. Siendo así, la manipulación tecnológica se puede considerar como uno de los principales factores en el escalamiento político, social y económico, ya que ahora la tecnología resulta inalienable a la vida social del ser humano.

Ahora, el establecimiento de esta dependencia que aparentemente solo otorga beneficios, ha arrebatado en gran medida a las generaciones crecientes y a las del porvenir, un aspecto fundamental al ser humano, y es su autonomía, dado a que ahora se sienten incapaces de desarrollar ciertas actividades sin la intervención y ayuda tecnológica. Lo anterior se evidencia en nuestra cotidianidad, donde día a día el ser humano necesita de artefactos tecnológicos como el portátil, la tablet y el celular; de hecho, se estima que el 60% del total de la población, posee al menos uno de estos artefactos.

La autonomía se ha perdido, las personas requieren ahora infinitamente de sus celulares para comunicarse, de diapositivas para acompañar sus exposiciones, de navegadores para encontrar información, de aplicaciones para escuchar música o entretenerse, de programas para escribir, leer y aprender y de redes sociales para ser alguien, lo que sin duda alguna se traduce en la falta de autonomía, es así como lo exigen las sociedades, bajo la teoría científica de la evolución, dado a que la tecnología se diseñó con el fin último de facilitar la vida del ser humano, y aquel que no se adapte tiende a desaparecer.

Una vez la tecnología se inventó, la sociedad no solo se revolucionó, sino que condicionó al ser humano en cada una de sus facetas a necesitarla. Esto se evidencia en las empresas que ahora requieren de que sus empleados manejen las tecnologías básicas de la información y la comunicación, dado a que son fundamentales en el proceso de globalización y comercialización con el exterior, en las escuelas, donde los maestros exigen a sus estudiantes trabajos sustentados, para lo que los estudiantes acuden al Internet, y en la sociedad como tal, que en su intercambio cultural exige compartir tu vida social a través de la red.

Es en las circunstancias mencionadas anteriormente, donde se evidencia la perdida de independencia, de ser y hacer sin tecnología, y se pone en duda la responsabilidad frente a su uso. Las personas del siglo XXI, más allá de una dependencia, han desarrollado una adicción a los dispositivos tecnológicos; día a día, las personas gastan alrededor de cinco horas frente a las pantallas de sus móviles; la cuestión ha llegado a tal punto que, hoy en Corea del Sur ya se le reconoce como una adicción, mientras alrededor del mundo, los médicos diagnostican nomofobia, a las personas que tienen miedo a no llevar sus celulares consigo.

Es aquí donde se evidencia la irresponsabilidad de las personas, dado a que los dispositivos electrónicos se han convertido en una fuente de distracción desorbitante que ocupa una cuarta parte del tiempo que una persona permanece despierta, y que lo la aleja de la realidad, de aquellos que están a tu alrededor, de las tareas que requieren concentración, de espacios que requieren que se deje de lado la tecnología.

Aunque cabe mencionar que el riesgo tecnológico que se asume frente a la responsabilidad es aún mas preocupante en el cómo y en el para qué se usa que en cuánto, y es que es aquí donde se empieza evidenciar ciertos perjuicios, como el fin último que le damos a la capacidad que se nos fue dada de acceder rápidamente a toda clase de información, porque es a partir de esta que se pueden cometer actos vandálicos, violentar los derechos de una persona y cometer fraude.

En conclusión, son innegables los múltiples beneficios que ha traído la tecnología a la evolución de los distintos factores de la sociedad y la industria, y a la agilización de los procesos comunicativos, así como a la necesidad de implementar dentro de la esfera pública, un nuevo conocimiento que se resume bajo el concepto de Alfabetización Digital; sin embargo, es este requerimiento el que ha ocasionado que las personas aten tanto sus vidas a la tecnología, a tal punto de ser incapaces de ser autónomos y responsables en sus decisiones; lo que se evidencia en la dependencia a dispositivos móviles que hoy experimentan las personas para realizar cada una de sus actividades, y en el fin último que le dan a los mismos.

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Referencias:
[1] Hobbes, T.H.1968, Leviatán.

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